Eurovisión 2018: El escaparate publicitario perfecto
Eurovisión fue creado en los años 50 bajo un clima de postguerra con ánimos de recuperarse y la Unión Europea de Radiodifusión (UER) cuya sede se establecía en Suiza, propuso la idea de un festival musical (por eso del lenguaje universal) que uniera a todos los países europeos. Cualquier miembro activo de la UER puede participar en el Festival.
Antes de seguir argumentando y de continuar con el artículo hablemos de datos: Eurovisión es el evento no deportivo más visto del mundo. Está controlado por la Unión Europea de Radiodifusión (UER) y puede alcanzar audiencias potenciales de más de mil millones de personas. “Las tres galas del Festival de 2017 tuvieron una audiencia cercana a los 182 millones de espectadores en 42 países y unos 4 millones y medio de espectadores en España. El de 2008, el del Chikilicautre, fue visto en nuestro país por unos 14 millones de personas.
Euphoria, la canción de Loreen ganadora en 2012, vendió más de 450.000 copias en Alemania, 360.000 en Suecia, 200.000 en Inglaterra, 40.000 en España y fue número 1 en las listas de medio mundo”*
Es evidente que las marcas han visto el potencial de Eurovisión y las audiencias que genera. Ya no existen límites en quién o qué empresa puede ser patrocinador oficial del festival, En 2017 Jacobs y Visa no tardaron en querer ser parte de este gigante de Europa.
El buen uso de marketing ha prolongado el estatus de festival mundial de Eurovisión y que como muchos sospechan, el nuevo sistema ha hecho que los “favoritos” se conviertan en los favoritos. Y es que la importancia de las Marcas es cada vez más evidente.
En 2017 las marcas Jacobs y Visa fueron junto a los participantes, los protagonistas del evento. Se estrenaron por primera vez, segmentos en Youtube e Instagram dónde daban a conocer mejor a los representantes de cada país y así ayudarlos a crear empatía con el público.
Uno de los temas delicados es el de la homosexualidad en el concurso, si bien, es sabido que Rusia es una nación ortodoxa y bastante homófoba, en los últimos 5 años prácticamente queda dentro del top 3, haciendo que marcas como Absolut -que en 2015 se adueñó de la second screen con el lanzamiento de la Absolut colors pensado para público diverso- se cuestionen si deben renovar votos a futuro con el concurso o no.
Con motivo del lanzamiento de la edición limitada de la botella Absolut Colors, se lanzó la campaña #EuroColors para crear una conversación en Twitter alrededor del evento Eurovisión. Guud recogió y proceso las menciones en Twitter de todos los países concursantes para crear un ranking en tiempo real que mostraba la conversación social por país y los momentos de mayor actividad.
En Eurovisión no todo es cantar bien, es un festival donde el marketing y la imagen lo son todo. Puedes tener la mejor voz pero como no te lo tomes enserio no llegarás a colarte en el top 5.
Tres minutos de actuación no son nada comparados con los meses de trabajo de marketing y de publicidad que hay detrás, de nada te sirve tener la voz de Adelle, si solo cantas bajo la ducha. Al artista se le presenta como un producto no solo se vende así mismo, representa valores y emociones que hacen que muchos lleguen a identificarse y así generar una empatía que lo haga friendly para el público y para las demás marcas.
“No es difícil identificar que países van por compromiso y cuales se lo toman enserio. Y si la última vez que ganamos fue en 1969 tal vez sea porque en las últimas décadas nuestras participaciones han sido, en su gran mayoría, un puro trámite.
“RTVE está desaprovechando la oportunidad que significa la de ganar un festival como Eurovisión o al menos dedicarle la atención que se merece. En los últimos años se ha desvirtuado mucho Eurovisión alegando que es un festival que se paga con dinero público. Pero olvidémonos del coste de organización del festival, porque en el hipotético caso de que nos tocara organizarlo la cuantía correría a cargo de patrocinadores privados (como casi todo lo que se emite en televisiones públicas hoy en día). Ir a Eurovisión suele costar unos 400.000 euros; a veces (como en 2017) el coste lo asume íntegramente RTVE y otros años se cuenta con un patrocinador cultural. ¿Pagar 400.000€ por un programa como ése y conseguir una cuota de pantalla del 29,8% y 4.292.000 espectadores? Cualquier televisión nacional y cualquier marca mataría por esa relación coste/beneficio.
(Artículo, Voy bailando – Cinco razones por las que ver Eurovisión)*
En conclusión RTVE debería empezar a tomarse enserio el participar en el festival de Eurovisión. Ya no solo por la repercusión económica o no que pueda tener. No nos podemos olvidar de que se supone que es una televisión pública y que se le están poniendo mas de 1.000 millones de personas en bandeja de plata a modo de audiencia. Ir a Eurovisión es dinero gastado en promoción de este país y de sus artistas, que aunque no gusten a todos, se merecen su hueco en prime time. Sino que se lo digan a las Azúcar Moreno, que de Eurovisión partieron sus 15 millones de discos vendidos y sus 40 años de carrera musical.
¡Sí, nosotros somos reconocidos Eurofans y estos son nuestros favoritos!
- Fuego- Eleni Foureira – Chipre
- Monsters- Saara Aalto – Finlandia
- Mercy – madame monsieur – Francia
- Lie to me – Mikolas Josef – República Checa
- We got love – Jessica Mauboy – Australia
- Tu canción – Alfred y Amaia – España